- 180 gr chocolate al 70% cortado en trozos
- 300 gr leche entera
- 300 gr nata al 35%
- 113 gr azúcar glass
- 2 cucharadas de sirope de agave (puede servir otro o incluso no ponerlo pero a mí me gusta más la textura)
En un bol mezclar con barillas (sin necesidad de batir mucho) la leche y la nata. Reservar.
Derretir el chocolate al baño maría. Apartar del fuego y verter sobre la mezcla anterior removiendo con cuidado.
Añadir el sirope y luego el azúcar y seguir removiendo hasta estar seguros de que todo está bien integrado. Ponerlo en el tupper.
Ahora hay que dejarlo templar fuera unos minutos para luego taparlo y meterlo en la nevera.
Allí debe estar hasta que se haya enfriado.
Es entonces cuando pasa al congelador (dejarlo apoyado totalmente en horizontal,¡que no esté inclinado!)
A partir de aquí es cuando vamos a lograr que quede bien cremoso.... si lo hacemos bien.
El truco está en ir rompiendo los cristales que se forman durante la congelación y para eso el proceso es muy sencillo (por eso es tan importante que el tupper sea con bastante base, porque lo ideal es que el helado esté colocado a lo ancho y no a lo alto, no debería tener más de 3 dedos de alto para que todo el proceso sea rápido y cómodo). Entre la primera media hora o una hora (depende del congelador) sacáis el tupper y se ve que ya empezarán a estar congelándose los lados y algunas otras zonas. Lo que hacéis es con la batidora (y con cuidado porque salpica!) batir de nuevo toda la mezcla rompiendo todo de forma que vuelva a ser una crema.
Taparlo y de nuevo al congelador. Así hay que repetir el proceso cada vez que se ve que ya ha empezado a congelar. Por lo menos hay que hacerlo 3 o 4 veces. Ya después se volverá a tapar y se deja terminar de congelar por completo.
Y ya está!!!, es sólo darle un poco de mimo al final!.
Sacarlo del congelador y meterlo en la nevera como media hora antes de comerlo.